Lo politico en el texto, la cartografia que diseña el autor (?), la representación de la época, el testimonio del que da cuenta, el ritual que repite el escritor cada vez que se sienta a escribir, sus influencias, el primer libro que leyó, el primero que robó en una libreria de saldos, las editoriales independientes y la autogestión, el setentismo, la discusión con el "mercado", las escrituras del yo, las huellas del consumo cultural en el discurso, la relación con la tecnologia y las redes sociales, la relación entre lo bajo y lo alto, el género al que adscribe, etcetera, etcetera... A la hora de abordar un texto literario, ya sea en entrevistas, en reseñas, en articulos e incluso en libros enteros, a menudo la critica hace hincapie en esos aspectos; acaso atendibles, pero no centrales ni lo suficientenente útiles para pensar y resolver problemas prácticos y concretos de un escritor contemporaneo, en relación a la lengua castellana argentina y al contexto de inserción.
Damián Selci, desde la Revista Planta y otros medios, y especialmente luego de la publicación de su primera novela, Canción de la Desconfianza, es uno de las pocas voces que desde hace un tiempo insiste en cambiar la modalidad de la crítica. En términos generales, afirma que la critica fundamentalmente debe establecer valoraciones de los textos; postura que le valió comentarios que, en lugar de ampliar el debate, intentaron clausurarlo. A continuación dejo fragmentos de un par de entrevistas donde habla sobre este asunto:
"―El protagonista quiere ser “el moralista argentino”. ¿Por qué esa reivindicación de la moral?
―Es parte de una puja con la literatura social-demócrata. Para mí, un
porcentaje preocupantemente alto de los escritores que publican hoy no
se toman las cosas en serio, al igual que un porcentaje alto de
periodistas. En la novela lo planteo en el sentido de tomarse las cosas
en serio. A mí me gusta la crítica que le hace (Slavoj) Žižek al
cinismo. Dice que los cínicos son los que no creen en nada, cuya
creencia consiste en que los demás son todos unos tontos que se
toman en serio las cosas, mientras ellos están curados del espanto o
“esclarecidos”. Žižek dice que esos tipos son los que más creen, porque
para ellos la creencia es tan insoportable que tienen que
delegársela a los demás. En la literatura pasa mucho que los autores
que ratifican una posición cínica escriben poderosamente mal, porque
carecen del deseo de que la literatura produzca algo, desconfían de
ella, no creen que podría servir para algo más que para ganar prestigio
dentro las 2300 personas que consumen libros contemporáneos."
"―¿Por qué “establecer valoraciones honestas” es un problema?
―La premisa de funcionamiento de la narrativa social-demócrata es
la opción posmoderna de que hacer un juicio de valor es malo, es
totalitario, es “estalinista” (así lo calificó el crítico Quintín en
Perfil) y así es cómo ellos han logrado su propio autoritarismo, el
de la tolerancia, en el que todos pueden emitir una opinión mientras no
vaya contra ellos. Cuando alguien discute se lo excluye. Cuando uno
instaura un consenso socialdemócrata estético, donde todo es
blando, débil, bobo, el acompañamiento natural de eso es que la única
provocación puede venir por derecha. El ejemplo internacional más
conocido es (Michel) Houellebecq, un tipo que hace novelas malas,
pero que critica a la cultura hippie. No obstante, es un autor al que se
toma como medida de cómo uno puede salir del adormecimiento
socialdemócrata con más socialdemocracia pero provocadora de derecha.
Esa es la falsa alternativa que plantean las posiciones actuales." Completa acá.
"- ¿Qué se supone?
– El gusto de un crítico tiene
tres componentes: 1) conocimiento de la tradición, 2) conocimiento de la
literatura contemporánea, 3) apertura honesta a la novedad. Que a un
crítico “le guste” la poesía neobarroca o la novela de aventuras no le
importa a nadie.
- ¿Cómo se ejerce la crítica literaria en un mundo donde la felicidad es un imperativo y el consenso un ideal intelectual?
– Jorge Panesi, un profesor que tuve en la facultad, decía: el oficio
del crítico es el más injusto del mundo. Yo pensaba que se refería a que
si uno ejercía ese oficio con una mínima seriedad, iba a ser cascoteado
por medio mundo. Y es así. Pero ahora esa declaración se puede leer de
otra manera: el crítico siempre es “injusto” para un buen número de
personas.
Está mal visto que un crítico haga juicios de valor y
los argumente. El posmodernismo y esa benevolencia socialdemócrata es
todavía la ideología dominante para muchos.
A mí se me acusa
de autoritario por… ¡discutir! Los autoritarios no discuten, te meten
preso. Los socialdemócratas manejan un lenguaje orwelliano: cuando dicen
que quieren debate, quieren que te calles y los aplaudas; cuando
hablan de pluralismo, quieren un consenso monolítico. Cuando aparece el
crítico, tratan de expulsarlo de la discusión pública mediante la
estigmatización." Completa acá
Que Quintin lo haya acusado de estalinista no nos asombra, suele soltar expresiones hiperbólicas cada vez que se escandaliza, cual vieja amargada. Tampoco nos asombra cómo tituló la reseña la revista Ñ: Lavado de Cerebro; desde el vamos, un titulo tendencioso, mala leche. El autor es el escritor y critico cordobes Flavio Lo Presti, otro que, como le pasó a muchos con Fogwill, pisó el palito. En una entrevista declaró esto:
"¿No
es un poco contradictorio esto? ¿Cómo se hace para no dejar afuera al
lector y -al mismo tiempo- establecer criterios estéticos, que es lo que
debe hacer la crítica?
F-
No estoy capacitado para responder esto. Yo soy un crítico malo,
perezoso y reactivo. Como tuve una vida muy mala, sin planificación de
ningún tipo (soy un poco la cigarra del cuento) y como no tengo herencia
(es más, mi familia y yo somos un modesto frente contra deudas que nos
acosan desde que tengo memoria) estoy obligado a poner el cuerpo
trabajando y no tengo el tiempo que haría falta para tener una formación
más sólida. De a poco he ido tomando la decisión de confiar en mí, en
mi manera de leer, en mi gusto (que no es una roca, es más bien un
bloque de azúcar vieja) y he perdido de vista el gran panorama de la
crítica. A decir verdad, y sin ánimo de polemizar, no me interesa mucho
lo que produce: sus cuestiones siempre me aburren (y esto remite a la
respuesta anterior: si alguien llega a leer esta entrevista, va a decir:
"¿qué le pasa a este estúpido, ignorante, resentido?", sin considerar
que a mí no me molesta que dedique su vida entera a esos problemas que a
mí no me interesan, ni pretendo que deje de hacerlo)." Completa acá.
Increible; tal cual como definió Damián más arriba, en la entrevista concedida al portal digital Nan: "no se toman en serio las cosas".
Además de la honestidad intelectual, ¿qué otros aspectos debe tener en cuenta un critico comprometido con su trabajo? T.S. Eliot, en "Función de la critica y función de la poesia" (1965), libro de gran actualidad que compila una serie de conferencias sobre la poesia y la critca inglesas de los últimos tres siglos, dice algunas cosas al respecto; me limito a transcribrir algunos fragmentos:
*¿Qué es la poesia? ¿Es esto un buen poema? Constituyen pues, las dos metas teóricas de toda labor crítica.
*Lo primordial en todo crítico es su aptitud para seleccionar el buen poema y rechazar el malo: reconocer el buen poema nuevo que responde propiamente a las nuevas circunstancias es la mejor prueba de su aptitud.
*...El lector ya formado, se enfrenta con algo nuevo en su tiempo y descubre un nuevo criterio poético de acuerdo con el cual considerarlo.
*Creo, más bien, que en una época en que la función de la poesia es algo sobre lo que hay un acuerdo general es más fácil que se de una minuciosa consideración, verso por verso, de aciertos y de errores expresivos tan notoriamente ausente de la critica de nuestro tiempo, una crítica que parece exigir a la poesia no de que esté bien escrita si no que sea "representativa de la época." Deseraria yo que prestásemos más atención a la propiedad expresiva, a la claridad u oscuridad, a la presición o impresición gramatical, a la palabra justa o inadecuada, levantada o vulgar, en nuestro verso; en fin a la buena o mala crianza de nuestros poetas.
*Me limito a sugerir que podemos aprender mucho sobre crítica y poesia si contemplamos la historia de la critica como algo más que un simple catálogo de sucesivas nociones sobre poesia: como un proceso de reajuste entre la poesia y el mundo en el cual y para el cual se produce.
*Acaso el estudio de la critica como un proceso de readaptación y no como una serie de azarosas conjeturas, nos ayude a extraer algunas conclusiones acerca de lo que es permanente en poesia y lo que es expresión del espiritu de una época, descubriendo lo que cambia, cómo y por qué, y acaso lleguemos a aprehender lo que no cambia. Examinando lo que ha parecido importante en una época y a otra, examinando afinidades y diferencias, podemos esperar un ensanchamiento de nuestra limitación y la desaparición de algunos de nuestros prejuicios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario