martes, 25 de febrero de 2014

El Sócrates que le gusta a la gente



En Brasil, al iniciarse la década de 1980, la dictadura militar (1964-1985) perseguía a los movimientos democráticos que pedían “Direitas já” (Elecciones). Sócrates, el mítico jugador del Corinthians, capitán del club y de la selección nacional, propuso un movimiento interno en el equipo para adherir a la campaña política contra la dictadura; así, él y sus compañeros, comenzaron a jugar con un brazalete amarillo, color que identificaba al movimiento político de oposición.
Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira, que era llamado “El Doctor” por haber estudiado medicina, utilizó su talento con la pelota para crear conciencia y denunciar los problemas sociales de su país. Promovió la lucha contra la pobreza y especialmente militó para conseguir techo a los marginados. Fue un líder carismático del pueblo que no dudó en reclamar el fin de la dictadura. Se hizo célebre por su barba, su melena y su rebeldía dentro y fuera de la cancha.
En el ámbito deportivo, Corinthians instauró un método de asamblea interna permanente para conseguir un sistema de juego que los llevará al campeonato, luego de veinte años sin conseguir el título. Asimismo, todas las decisiones importantes del club se decidían colectivamente, y todos tenían derecho al voto. Fue la famosa Democracia Corinthiana, donde el director técnico, Atilson Monteiro Alves, era una especie de secretario de la puesta en marcha del debate colectivo promovido por Sócrates y las demás figuras del club, que se regía al estilo de una cooperativa. Otro de los jugadores destacados fue Wladimir, por entonces abanderado del Sindicato de Jugadores Paulistas y, aún hoy, militante de izquierda.

“La democracia corinthiana estaba revolucionando el modo de gobernar a los clubes, y además era combustible para las masas que peleaban por derrumbar a la dictadura”, declaró Juca Kfouri, director de la revista deportiva Placar en ésa época, publicación que apoyó las propuestas del Corinthians.
Con su revolucionario método de organización interna y una postura política clara, Corinthians volvió a salir campeón, contra viento y marea, y contribuyó a poner fin a la dictadura, que se derrumbaba poco a poco. La consigna política fue abrazada con enormes banderas amarillas por la "torcida" corinthiana, banderas que pasaron a flamear, desafiantes del régimen militar, a todos los estadios de Brasil en las manos de otras hinchadas que adhirieron.

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